martes, 1 de noviembre de 2011

Samhain

 Samhain era una de las fiestas más importantes del mundo celta. Su nombre, en la lengua gaélica de los celtas irlandeses, significa "el fin del verano". Esta fiesta, que nosotros actualmente situamos en la noche del 31 de octubre, para ellos no tenía en realidad un día preestablecido, sino que se celebraba siempre en la primera luna llena del ciclo invernal. Esa luna marcaba la primera de las tres noches que solían durar los festejos, en los que se celebraba el fin de la temporada de cosechas o, como su nombre indica, el fin del verano. Para los celtas el año estaba dividido en dos épocas claramente diferenciadas, la clara o caliente (que abarcaba la primavera y el verano) y la oscura o fría (que abarcaba el otoño y el invierno). Samhain indicaba el paso hacia esa mitad oscura y marcaba el inicio de un nuevo año.              

Pero además, existía la creencia de que durante esa época de transición entre ambas estaciones, se abría la puerta que separaba el mundo de los vivos del de los muertos, permitiendo así que los espíritus de los antepasados difuntos pudieran retornar temporalmente junto a sus familiares vivos. Esta creencia convertía Samhain en una fiesta de reverencia a los ancestros, en la que se encendían hogueras y se practicaban rituales para comunicarse con los espíritus de los familiares. Sin embargo, junto a los espíritus de los seres queridos podían aparecer otros malignos. Para ahuyentarlos existía la costumbre de bailar ataviados con máscaras y disfraces.
    
Con la llegada del cristianismo, se trataron de erradicar todas estas costumbres y rituales de carácter pagano y Samhain fue sustituido por la festividad cristiana del Día de Todos los Santos, que pasó del 13 de mayo, en que se celebraba hasta entonces, al 1 de noviembre, fijando el 2 de noviembre como Día de Difuntos. 
      
El Día de Todos los Santos fue constituido como fiesta universal y, por tanto, se celebraba una vigilia vespertina el día anterior, que fue denominada en inglés "All Hallow´s Eve" (Vigilia de Todos los Santos), expresión que más tarde terminaría convirtiéndose en el conocido vocablo Halloween.

Muchos fueron los irlandeses que emigraron al continente americano, especialmente durante la hambruna irlandesa de 1840. Con ellos llevaron también las costumbres y tradiciones de su tierra, facilitando que las celebraciones de Halloween se propagaran por muchos territorios del Nuevo Continente, especialmente los de origen anglosajón. 
    
La publicidad, el cine y los intereses comerciales permitieron la divulgación de esas tradiciones a nivel mundial y, hoy en día, son muchos los jóvenes que celebran el Halloween en otros países en los que hasta hace poco no existía esta costumbre. Sin embargo, junto a la importación desde América de estas prácticas, se ha desarrollado el interés por rebuscar entre los más recónditos rincones de nuestra cultura y permitir así que en muchos lugares, como Galicia, se recuperen antiguas y casi perdidas tradiciones, relacionadas con aquellas remotas festividades que en esta tierra gallega se conocen como Samaín.