El 12 de abril de 1861, estallaba en Estados Unidos la Guerra de Secesión. Un conflicto que surgió a partir de la división del país en dos ideas totalmente opuestas. El Norte, cuyos estados se basaban en una economía más industrial y que pugnaba por la abolición de la esclavitud y el Sur, con unos estados que se apoyaban en una economía agraria, que les resultaba enormemente rentable gracias a la barata mano de obra de los esclavos negros. Cuatro años después, el Norte se alzaba con la victoria de una guerra que había costado la vida a más de un millón de personas. Sin embargo, cuatro millones de esclavos negros fueron liberados y en la constitución de los Estados Unidos se incluyeron tres nuevas enmiendas: una que prohibía la esclavitud; otra que extendía las protecciones legales federales a todos los ciudadanos, independientemente de su raza y la tercera que abolía las restricciones raciales para votar.
Noventa años después, los negros eran libres, sí, pero tenían que vivir bajo la humillación que había supuesto la promulgación de unas leyes, que segregaban su raza de la de los blancos, dejándolos en una situación de clara inferioridad y marginación dentro de la sociedad. No podían entrar en los lugares establecidos para los blancos, como bares o restaurantes; tenían sus propias escuelas y, bajo ningún concepto, podían utilizar los aseos para blancos en los que solía haber letreros con un rotundo Negros No. Así, en los lugares comunes, tenían un espacio apartado para ellos, como sucedía en los autobuses públicos, donde los negros debían de entrar por delante para pagar al conductor y luego, bajarse y entrar de nuevo por la puerta de atrás, para sentarse en la parte trasera donde estaban los asientos destinados para ellos, mientras que los delanteros estaban reservados para los blancos y los del medio podían usarlos las personas de raza negra, siempre y cuando no hubiera un blanco que necesitara sentarse, ante lo cual debían de levantarse y cederle el sitio.
Rosa Parks |
Eso mismo sucedió el 1 de diciembre de 1955 en Montgomery, Alabama, cuando una mujer llamada Rosa Parks, que trabajaba como secretaria en la Asociación Nacional para el Avance del Pueblo de Color, subió al autobús y se sentó en uno de aquellos asientos que debían de ceder si era necesario. Poco después subió un muchacho blanco y al estar todos los asientos ocupados se quedó de pie, pero el conductor paró el autobús y ordenó levantarse a los negros que ocupaban los asientos comunes. Así lo hicieron de inmediato tres hombres, mientras que la mujer se mantuvo sentada sin obedecer las órdenes del conductor, que la amenazó con avisar a la policía para que la arrestaran.
- ¡Puede hacerlo! - fue su única respuesta.
Y así fue, Rosa Parks pasó la noche en una celda, por perturbar el orden público y tuvo que pagar una multa de catorce dólares.
Seguramente, pequeñas rebeliones como aquella, habría muchas a lo largo de la historia con mayores o menores consecuencias para sus protagonistas. Diez años antes, otra mujer había actuado igual. Pero la de Rosa fue diferente, por la enorme repercusión que tuvo. El incidente hizo que las asociaciones en favor de los derechos civiles y contra de la segregación salieran a la calle y un hombre, Martin Luther King, un pastor bautista aún no muy conocido en aquel momento, dirigió la protesta contra la empresa de transporte público, que fue sometida a un boicot que duró 382 días. Un año después, su caso llegaba a la Corte Suprema de los Estados Unidos, que declaraba que la segregación era inconstitucional, consiguiendo que en todo el país se invalidara cualquier ley que posibilitara la marginación de cualquier persona por su raza.
La historia del mundo está llena de grandes y célebres personajes, la mayoría de ellos famosos por sus conquistas, por sus hazañas o por su poder. Sin embargo, a veces hay personas más humildes y sencillas, que simplemente están hartas de cómo funcionan las cosas y un día, como hizo Rosa Parks, deciden no seguir aceptando las reglas del juego y dicen ¡NO! Y ese pequeño gesto cambia el mundo.
Rosa Parks murió el 24 de octubre del año 2005, a la edad de 92 años, tras haber recibido en 1999 la Medalla de Oro del Congreso de los Estados Unidos, que en su leyenda reza:
Madre del Movimiento por los Derechos Civiles moderno.
Foto: Rosa Parks posa en 1956 sentada en el autobús del conflicto.
United Press photo - New York World-Telegram & Sun Collection
Extraída de: Wikipedia
Los Cuadernos de Urogallo
La Cocina de Urogallo
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