Sealand |
Parece bastante común, cuando pensamos en pequeños países, que nos vengan a la cabeza lugares como Mónaco, el Vaticano o San Marino. Con razón, pues todos ellos pertenecen a un grupo conocido como "microestados", es decir, estados soberanos que o bien ocupan pequeñas extensiones de territorio o tienen muy poca población, o ambas circunstancias a la vez. Actualmente se encuadra dentro de este grupo a veinticinco países, el mayor de los cuales es un pequeño archipiélago de islas situado en la costa occidental africana, la República Democrática de Santo Tomé y Príncipe, con una superficie de 1001 Kms² y unos 193.000 habitantes. El más pequeño, en cambio, es la Ciudad del Vaticano, con 0,44 Kms² para una población de poco más de novecientos habitantes, seguido de Mónaco con 1,97 Kms² donde viven unas treinta mil personas.
Sin embargo, existe otro curioso grupo de entidades territoriales, mucho más pequeñas aún, que se autodenominan países y sus habitantes exigen ser reconocidos como estados independientes, aunque no cuentan con el respaldo de otros gobiernos mundiales, ni de ningún organismo internacional, son las denominadas "micronaciones". No nos referimos a esos "países" virtuales que surgen y existen sólo en Internet, a modo de juego o afición, que los hay, sino a pequeños territorios físicos, a veces creados y mantenidos por una sola persona o familia y, en muchas ocasiones, limitado exclusivamente a una parcela de su propiedad, como es el caso de la República de Molossia, fundada por Kevin Baugh en 1999 en Nevada, Estados Unidos, que abarca las 5,8 hectáreas de su finca privada y tiene doce habitantes.
Existen diferentes motivos por los que surgen estas "micronaciones". A veces lo hacen como un simple entretenimiento o ilusión personal; como una protesta o expresión reivindicativa; o como un simple y desmesurado sentimiento nacionalista. En cualquier caso, siempre tratan de aprovecharse de algún fallo en la legalidad vigente o de alguna anomalía histórica, que les permita una cierta base legal a la hora de reivindicar una soberanía que, muchas veces, aparenta ser real con la emisión de sellos y monedas propios, pasaportes, escudos, banderas, fotos oficiales de su jefe de estado y hasta representantes diplomáticos en otros países.
Podemos contabilizar cerca de ciento treinta de estas "micronaciones" físicas repartidas por todo el mundo, algunas de las cuales datan del siglo XIX, como el Reino de la Araucanía y la Patagonia, fundado en 1860 por el abogado francés Orélie-Antoine de Tounens, en territorios habitados por el pueblo mapuche en Argentina y Chile.
De entre todas ellas, Sealand es una de las más conocidas y, probablemente, de las más originales, porque no se trata precisamente de una porción de terreno, sino de una plataforma situada en medio del Mar del Norte, una de las muchas que construyeron los británicos durante la Segunda Guerra Mundial, para defenderse de los ataques de la aviación alemana. Tras la guerra, dejaron de cumplir su función original y fueron abandonadas. Años más tarde, algunas de ellas fueron utilizadas para instalar emisoras de radio piratas. Un oficial del ejército británico retirado, Paddy Roy Bates, creó una de esas emisoras "Radio Essex" que, como todas las demás, fue cerrada por los tribunales alegando que estaba situada en aguas jurisdiccionales del Reino Unido. Bates comprobó entonces que una de aquellas torres se encontraba fuera de la competencia británica, en aguas internacionales y, en vez de establecer su emisora, lo que hizo fue instalarse en ella con su familia y fundó el "Principado de Sealand" en 1967.
Bates pronto se vio enfrentado a las autoridades británicas, que no estaban dispuestas a permitir que perpetuase su estancia en la plataforma. Sin embargo, tras varias disputas en las que llegaron a repeler con disparos a los buques británicos que los hostigaban, aquella familia recibía el respaldo de los tribunales, que consideraban que la plataforma estaba en aguas internacionales y dispensaban así el primer reconocimiento de facto de aquel pequeño Principado.
Sealand tiene una bandera y un escudo propios; emite sellos de correos; acuña su propia moneda, el dólar de Sealand que equivale al estadounidense; y hace gala de un lema que refleja como nada el espíritu de su existencia: E Mare Libertas. Una libertad del mar que tal vez nos lleve muy pronto a ver cómo se hacen realidad increíbles proyectos, como los que en la actualidad está investigando Peter Thiel, cofundador de "Pay Pal", que busca crear pequeñas naciones soberanas, construidas sobre islas artificiales en aguas internacionales, en medio del mar y libres de las leyes de cualquier otro país.
Desde luego, no cabe duda de que la imaginación de los seres humanos es tan inagotable como variada es la forma de entender el mundo en el que vivimos o en el que soñamos vivir. Pero a veces, los sueños se hacen realidad.
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