martes, 3 de abril de 2012

Micronaciones

Sealand
Parece bastante común, cuando pensamos en pequeños países, que nos vengan a la cabeza lugares como Mónaco, el Vaticano o San Marino. Con razón, pues todos ellos pertenecen a un grupo conocido como "microestados", es decir, estados soberanos que o bien ocupan pequeñas extensiones de territorio o tienen muy poca población, o ambas circunstancias a la vez. Actualmente se encuadra dentro de este grupo a veinticinco países, el mayor de los cuales es un pequeño archipiélago de islas situado en la costa occidental africana, la República Democrática de Santo Tomé y Príncipe, con una superficie de 1001 Kms² y unos 193.000 habitantes. El más pequeño, en cambio, es la Ciudad del Vaticano, con 0,44 Kms² para una población de poco más de novecientos habitantes, seguido de Mónaco con 1,97 Kms² donde viven unas treinta mil personas.  

Sin embargo, existe otro curioso grupo de entidades territoriales, mucho más pequeñas aún, que se autodenominan países y sus habitantes exigen ser reconocidos como estados independientes, aunque no cuentan con el respaldo de otros gobiernos mundiales, ni de ningún organismo internacional, son las denominadas "micronaciones". No nos referimos a esos "países" virtuales que surgen y existen sólo en Internet, a modo de juego o afición, que los hay, sino a pequeños territorios físicos, a veces creados y mantenidos por una sola persona o familia y, en muchas ocasiones, limitado exclusivamente a una parcela de su propiedad, como es el caso de la República de Molossia, fundada por Kevin Baugh en 1999 en Nevada, Estados Unidos, que abarca las 5,8 hectáreas de su finca privada y tiene doce habitantes. 

Existen diferentes motivos por los que surgen estas "micronaciones". A veces lo hacen como un simple entretenimiento o ilusión personal; como una protesta o expresión reivindicativa; o como un simple y desmesurado sentimiento nacionalista. En cualquier caso, siempre tratan de aprovecharse de algún fallo en la legalidad vigente o de alguna anomalía histórica, que les permita una cierta base legal a la hora de reivindicar una soberanía que, muchas veces, aparenta ser real con la emisión de sellos y monedas propios, pasaportes, escudos, banderas, fotos oficiales de su jefe de estado y hasta representantes diplomáticos en otros países. 

Podemos contabilizar cerca de ciento treinta de estas "micronaciones" físicas repartidas por todo el mundo, algunas de las cuales datan del siglo XIX, como el Reino de la Araucanía y la Patagonia, fundado en 1860 por el abogado francés Orélie-Antoine de Tounens, en territorios habitados por el pueblo mapuche en Argentina y Chile.

De entre todas ellas, Sealand es una de las más conocidas y, probablemente, de las más originales, porque no se trata precisamente de una porción de terreno, sino de una plataforma situada en medio del Mar del Norte, una de las muchas que construyeron los británicos durante la Segunda Guerra Mundial, para defenderse de los ataques de la aviación alemana. Tras la guerra, dejaron de cumplir su función original y fueron abandonadas. Años más tarde, algunas de ellas fueron utilizadas para instalar emisoras de radio piratas. Un oficial del ejército británico retirado, Paddy Roy Bates, creó una de esas emisoras "Radio Essex" que, como todas las demás, fue cerrada por los tribunales alegando que estaba situada en aguas jurisdiccionales del Reino Unido. Bates comprobó entonces que una de aquellas torres se encontraba fuera de la competencia británica, en aguas internacionales y, en vez de establecer su emisora, lo que hizo fue instalarse en ella con su familia y fundó el "Principado de Sealand" en 1967.

Bates pronto se vio enfrentado a las autoridades británicas, que no estaban dispuestas a permitir que perpetuase su estancia en la plataforma. Sin embargo, tras varias disputas en las que llegaron a repeler con disparos a los buques británicos que los hostigaban, aquella familia recibía el respaldo de los tribunales, que consideraban que la plataforma estaba en aguas internacionales y dispensaban así el primer reconocimiento de facto de aquel pequeño Principado.

Sealand tiene una bandera y un escudo propios; emite sellos de correos; acuña su propia moneda, el dólar de Sealand que equivale al estadounidense; y hace gala de un lema que refleja como nada el espíritu de su existencia: E Mare LibertasUna libertad del mar que tal vez nos lleve muy pronto a ver cómo se hacen realidad increíbles proyectos, como los que en la actualidad está investigando Peter Thiel, cofundador de "Pay Pal", que busca crear pequeñas naciones soberanas, construidas sobre islas artificiales en aguas internacionales, en medio del mar y libres de las leyes de cualquier otro país.

Desde luego, no cabe duda de que la imaginación de los seres humanos es tan inagotable como variada es la forma de entender el mundo en el que vivimos o en el que soñamos vivir. Pero a veces, los sueños se hacen realidad. 


Los Cuadernos de Urogallo
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lunes, 26 de marzo de 2012

Anonymous

Máscara de Guy Fawkes
Desde hace unos años, existe un movimiento que desarrolla diferentes acciones pacíficas de protesta a favor de la libertad de expresión. Defensores de la libertad para unos, piratas informáticos para otros, se trata de un movimiento sin líderes conocidos y sin una organización definida, formado por grupos o individuos no identificados que, aprovechándose de la rapidez a la que puede viajar la información a través de la red, actúan de forma anónima, utilizando Internet para organizarse a través de diversas webs, chats y redes sociales, en lo que se ha denominado ciberactivismo. Sus acciones suelen ir dirigidas a gobiernos y organizaciones privadas o estatales, amparándose siempre tras el lema de que "el conocimiento es libre" y proclamando abiertamente la libertad de información, con la intención de conseguir que Internet esté libre de todo tipo de control que pueda ejercer cualquier gobierno, empresa o corporación. 

Actúan bajo el seudónimo de Anonymous, un término que tiene su origen en el anonimato que protege a los usuarios que publican imágenes o comentarios en los foros y tablones de imágenes de Internet. Su ámbito de actuación no se limita sólo a la red, sino que también llevan sus protestas a la calle, participando activamente de manera pacífica en manifestaciones, a las que acuden ocultando sus rostros tras una característica máscara que, sin duda, se ha convertido en símbolo de este movimiento, a la vez que mantiene el anonimato de sus portadores. Una máscara que tiene una interesante historia, que se remonta nada menos que a principios del siglo XVII.

En aquellos tiempos, el catolicismo sufría una continua persecución por parte de las autoridades británicas, desde la instauración de la Iglesia Anglicana tras la reforma protestante. Muchos eran los ciudadanos que rechazaban enérgicamente aquella situación. Uno de ellos fue Guy Fawkes, un católico nacido en York en 1570, que había pasado diez años luchando del lado de las tropas españolas en los Países Bajos y que, harto de la represión a la que los partidarios de su fe estaban siendo sometidos, decidió participar de una manera más activa contra aquella opresión.

Así, entró a formar parte del grupo de trece personas que desarrolló un complot que pasaría a la historia con el nombre de "Conspiración de la Pólvora", cuyo objetivo consistía en asesinar al rey Jacobo I de Inglaterra, a sus familiares y a todos los miembros de la Cámara de los Lores, colocando una enorme cantidad de pólvora bajo el suelo del Parlamento británico, para hacerlo volar por los aires el 5 de noviembre de 1605, durante su apertura. Para ello alquilaron un local bajo el edificio, en el que fueron amontonando hasta un total de treinta y seis barriles de pólvora. Sin embargo, una carta dirigida a un miembro católico del Parlamento, advirtiéndole de que no acudiera al día siguiente, alertó a las autoridades que procedieron a registrar exhaustivamente las inmediaciones del edificio la noche anterior al acto, localizando a Fawkes cuando se encontraba en el local ultimando los preparativos del golpe. Tras ser arrestado y torturado, fue juzgado y condenado a la horca, en la que fue ejecutado en Londres el 31 de enero de 1606. Su cuerpo, descuartizado, se repartió por las cuatro esquinas del reino como advertencia a otros conspiradores.

Durante años, el Reino Unido celebró cada 5 de noviembre el fracaso de aquel atentado, en la que se conocía como Guy Fawkes Night o Bonfire Night, una noche durante la cual el cielo se llenaba de fuegos artificiales y las calles de hogueras donde se quemaban los "Guys", unos muñecos con la imagen de Guy Fawkes. Aquella imagen cobrará notoriedad cuatro siglos después de su muerte, a raíz de la publicación del cómic futurista "V de Vendetta", de Alan Moore y David Lloyd, en el que el protagonista se esconde tras una máscara con la cara de Fawkes. Cómic que más tarde sería llevado a la gran pantalla en una estupenda película del mismo título dirigida por James Mcteigue.

Cuatro siglos atrás, Guy Fawkes fue la cara conocida de una revuelta que en todo momento trató de permanecer en la sombra. Ahora, como entonces, su imagen vuelve una vez más a ser la cara visible de un movimiento que trata, sobre todo, de mantenerse en el anonimato.

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lunes, 19 de marzo de 2012

El Día de la Pepa

Constitución de 1812
En octubre de 1807, con el pretexto de invadir Portugal y el beneplácito de la corona española, las tropas francesas de Napoleón entran en España. Sin embargo, sus intenciones van más allá y pronto comienza la ocupación, una a una, de las principales ciudades españolas y la designación de José Bonaparte, hermano del emperador francés, como rey de España. La resistencia del pueblo español no se hizo esperar y muchas fueron las ciudades que con arrojo y decisión plantaron cara al invasor, protagonizando sangrientas batallas, trágicos episodios de una Guerra de Independencia que iba a durar hasta 1814.

Ante el avance napoleónico, en 1810 se celebra la primera sesión de las Cortes Extraordinarias y Constituyentes en la que, por entonces, se denominaba Isla de León, actualmente San Fernando, aunque posteriormente se trasladarían a Cádiz. Allí, se reunieron los diputados electos, tanto de la península como de los territorios de ultramar, así como los que habían sido elegidos para representar a aquellas provincias ocupadas por las tropas invasoras. Todos ellos, algo más de trescientos, de los que casi sesenta eran americanos, comenzaron a sentar las bases de la que sería la primera Constitución de la historia de España.

Así, la ciudad más antigua de España, mientras resistía el asedio de los franceses que durante treinta meses la sitiaron inútilmente, gracias a la valiente defensa que hicieron los gaditanos, asistía a la gestación y nacimiento de una Constitución que sería promulgada en Cádiz el día 19 de marzo de 1812, día de San José que aportaría a tan importante documento el sobrenombre de "la Pepa", por el que fue conocida popularmente. Una Carta Magna que asentaba los tres pilares fundamentales de la nueva monarquía constitucional: la división de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial); la garantía jurídica de los derechos y libertades de los ciudadanos y el imperio de la ley, con la consiguiente sumisión al principio de legalidad.

Tras la derrota y expulsión definitiva de los franceses en 1814, Fernando VII, a su vuelta a España, derogó esta Constitución, que se volvería a aplicar entre 1820 y 1823 y, un breve espacio de tiempo, entre 1836 y 1837. Una corta vida para un documento que trajo importantes logros, como la independencia de la justicia, la libertad de prensa o la supresión absoluta de la Inquisición. Un documento en el que quedaron consagrados algunos de los principios y derechos fundamentales que rigen hoy en día la vida de los españoles.

La esperanza que aquella Constitución transmitía sobre un nuevo tiempo de libertad y la euforia por la retirada de los franceses, tras el drama al que habían estado sometidos los ciudadanos de Cádiz durante aquel trágico asedio, en el que incluso muchos de aquellos diputados habían perecido víctimas de los ataques y de la fiebre amarilla que asoló la ciudad, llevó a los gaditanos a salir a las calles a celebrar la ansiada liberación de la ciudad con un grito que resonó de manera casi unísona: ¡Viva la Pepa!. 

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lunes, 12 de marzo de 2012

Rossini: la vida entre dos pasiones.

Rossini - Por Étienne Carjat en 1865
El año bisiesto, es algo que ocurre para mantener sincronizado nuestro calendario con el año astronómico y estacional y consiste en sumar un día cada cuatro años, día que correspondería al 29 de febrero. Sucede entonces algo muy curioso, que todos los que nacen ese día sólo pueden celebrar su cumpleaños una vez cada cuatro años. Desgraciadamente para ellos, no quiere decir eso que el tiempo les pase de una manera diferente, no. Los años les van a ir pesando como a los demás. Son las celebraciones las que se distancian y, claro, se pierden las fiestas correspondientes, los regalos y todo lo demás. Para algunas personas, poco amigas de las celebraciones, no será un problema, sino todo lo contrario. En cambio, a una gran mayoría no les hace mucha gracia. Por eso, algunos que disfrutan a lo grande celebrando su cumpleaños, cuando sólo lo pueden hacer en tan pocas ocasiones, lo hacen por todo lo alto, como era el caso de nuestro protagonista de hoy: Gioacchino Rossini.

Pues sí, un 29 de febrero del año 1792 venía al mundo, en la ciudad italiana de Pésaro, este célebre compositor al que pusieron de nombre Giovacchino Antonio Rossini. Hijo de una cantante y un cornista, estuvo, lógicamente, muy influenciado por la música desde que nació y no tardó mucho en demostrar su talento para este bello arte. A los dieciséis años ganaba un premio por una cantata que había compuesto y a los dieciocho estrenaba en Venecia su primera ópera, lo que no debería de extrañar, pues ya había escrito una con tan sólo catorce años. Así, pronto sus obras empezaron a tener éxito, destacando especialmente en la ópera buffa, subgénero operístico caracterizado por su temática cómica. "El Barbero de Sevilla" no sólo es su obra más célebre, sino que también es una gran obra maestra, considerada por muchos como la más importante ópera buffa que ha sido compuesta hasta ahora, a pesar de que en sus primeras representaciones cosechó un sonoro fracaso. Rossini fue un compositor muy prolífico, con un gran número de óperas compuestas, no sólo buffas sino también óperas serias. Gozaba de un particular dominio de la estructura vocal y sus obras tenían las notas exactas para las voces que las iban a interpretar, no faltaba ninguna, ni tampoco sobraba, eran, sencillamente, perfectas. Sin embargo, tras terminar la composición de "Guillermo Tell", por la que recibió una pensión vitalicia del gobierno francés y, cuando tan sólo contaba con treinta y ocho años, decidió misteriosamente dejar de escribir óperas y no volvió a crear ninguna más en las casi cuatro décadas que aún vivió.

Sin problemas económicos, ya que los ingresos que tenía por derechos de autor lo convertían en uno de los hombres más ricos de su época, el resto de sus días los dedicó a disfrutar de la vida cuanto pudo. Rossini era un personaje simpático y divertido, que además de la música tenía otra gran pasión: la cocina. Le encantaba comer, le encantaba cocinar y hacía muy bien ambas cosas. Así pues, durante esos años, la gastronomía ocupó un importante lugar en su vida. Fueron famosas las cenas que celebraba los sábados en su casa. A ellas asistían las más importantes figuras de la música y la literatura del París del momento, a los que recibía siempre vestido con una especie de sotana y haciendo gala siempre de su buen humor y su agudeza de ingenio. De la misma manera, eran también conocidas en toda Europa sus excursiones gastronómicas, hasta el punto de que, en uno de sus viajes a Madrid, se organizó un concurso que duró diez días para ver quién daba mejor de comer a Rossini

Durante esa última etapa de su vida, que estuvo marcada por numerosas enfermedades, algunas de las cuales eran más producto de su naturaleza hipocondríaca que reales, siguió manteniendo el contacto con la música, por supuesto, y, aunque no volvió a componer más óperas, siguió creando pequeñas piezas musicales, muchas de ellas religiosas. Murió en Passy, cerca de París, el 13 de noviembre de 1868, después de haber disfrutado de una vida feliz, dejando una cuantiosa herencia económica, parte de la cual había destinado a la creación de un asilo para músicos retirados. Sin embargo, aunque no tan material, nos dejó otro magnífico legado del que puede disfrutar todo el mundo: de su talento, nos quedó su amplia obra musical; de su afición por la gastronomía, el Tournedos y los Canelones Rossini, ambos platos son dos delicatessen que deben estar elaborados siempre con trufas y un buen foie, los dos productos que más entusiasmaban a este genio de la música y los fogones, que no dudaba en reconocer: "que le hubiera encantado ser charcutero, pero estuvo mal dirigido".

La historia de estas dos recetas nos servirá para inaugurar nuestro Blog de cocina.
Si desea conocerla, puede visitarnos en blogspot o en wordpress: 

lunes, 5 de marzo de 2012

La Infantería de Marina


La Infantería de Marina - Autor: G36
Cuando oímos hablar de Infantería de Marina, a muchos nos viene a la cabeza la imagen de esos Marines norteamericanos que el cine se ha encargado de darnos a conocer, soldados que desembarcan de sus lanchas anfibias en aquellas playas de Normandía durante el "Día más largo", aquel 6 de junio de 1944 en el que miles de hombres perdían la vida, muchos de ellos sin apenas salir del agua. No cabe duda de que, posiblemente, sean los estadounidenses quienes más y mejor han sabido promocionar a ese cuerpo, pero no fueron ellos quienes lo crearon, sino los españoles, nada menos que en 1537.  

En 1534, Carlos I, basándose en las coronelías creadas anteriormente por el Gran Capitán, decide organizar las tropas asentadas en las posesiones españolas de Italia en tres Tercios, el de Sicilia, el de Lombardía y el de Nápoles, a los que se une en 1536 el Tercio de Cerdeña, todos ellos conocidos más tarde como Tercios Viejos. En aquella época, como había sucedido durante muchos años, los soldados de infantería iban embarcados en los navíos para entrar en acción con sus armas tras el choque entre barcos rivales, convirtiendo las batallas navales en lo que sería una prolongación de la lucha en tierra firme. Era por tanto fundamental disponer de tropas habituadas a la vida en el mar, soldados que no le tuvieran miedo y que no se mareasen en los periodos de navegación, además de estar bien preparados en el uso de armas de fuego y en la lucha cuerpo a cuerpo, por lo que se creó en 1537 el Tercio Nuevo de la Mar de Nápoles, con fuerzas de infantería permanente y especialmente entrenadas para el combate en galeras. Fue la primera Infantería de Marina de la historia y el origen de la que existe actualmente. Más tarde, se establecería un número de 125 hombres de guarnición por cada buque, que incluía un capitán, un alférez, un sargento, un pífano (flautín) y un tambor, además, Felipe II se ocuparía de conferir un mayor poder naval sobre la costa, mediante tropas que eran capaces de asaltarla partiendo de naves, sin deterioro de su capacidad de combate, dando lugar al actual concepto de fuerza de desembarco.

Desde entonces, la historia de este glorioso cuerpo, acostumbrado a actuar como punta de lanza en arriesgadas operaciones de ocupación de playas y tramos de costa, donde no hay más retaguardia que el mar, está unida a un sinfín de contiendas, como los ya lejanos enfrentamientos con los turcos en Argel en el siglo XVI; la célebre batalla de Lepanto, donde fueron los Infantes de Marina de la galera "Real" los primeros en abordar la galera "Sultana" en la que viajaba Ali Pasha, comandante en jefe de la flota otomana, para proporcionar a la Liga Santa una victoria memorable "la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros"; en 1762 combatieron en La Habana, defendiendo heroicamente el Castillo del Morro frente a los ingleses, lo que les valió la consideración de Cuerpo Real, como así lo demuestran las dos franjas rojas de su pantalón azul (distintivo exclusivo de la Infantería de Marina y la Guardia Real); en 1814 los Batallones de Marina Ferrolanos, que perseguían a las tropas napoleónicas que huían de España, ocuparon la localidad francesa de Toulouse; a principios del siglo XX tomaron parte en las contiendas de África, con el desembarco de Larache en 1911, Alhucemas en 1925 y la defensa de Ifni en 1957; en fin un gran número de intervenciones de las que aquí sólo podemos mencionar unas pocas, pero que se podrían completar con campañas más recientes como Bosnia, Haití, Océano Índico, Líbano o Afganistán. 

Sin duda, un encomiable historial para un cuerpo del que formaron parte personajes tan ilustres como Miguel de Cervantes o Calderón de la Barca y que acogió en 1793 a la primera mujer Infante de Marina de la historia, Ana María de Soto, que se incorporó al cuerpo haciéndose pasar por un hombre llamado Antonio de Soto y participó en un gran número de combates durante los cinco años que duró su valiente aventura, hasta que un rutinario reconocimiento médico desveló su secreto. Se le ordenó entonces desembarcar, en medio del asombro y la admiración de todos sus compañeros y superiores, que no dudaron en proponer su distinción, por lo que le fue concedida una pensión vitalicia por su heroicidad y su conducta intachable. Una mujer que defendió con orgullo el lema de esta Infantería de Marina que cumplió 475 años el 27 de febrero de 2012: "Ser valiente por tierra y por mar".


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lunes, 27 de febrero de 2012

A propósito de Einstein

Einstein - Viena 1921 - por Ferdinand Schmutzer
Corría el mes de septiembre de 2011, cuando un equipo de científicos del proyecto OPERA, encargado de estudiar el fenómeno de la oscilación de neutrinos, anunciaba un descubrimiento que rápidamente saltaba a todos los medios de comunicación: habían detectado un haz de neutrinos que podía viajar a mayor velocidad que la de la luz. La mayoría de los seres humanos no tenemos muy claro qué son los neutrinos, ni para qué sirven, pero desde niños sabíamos que no había nada más rápido que la luz, por eso, que de repente nos desmonten esa "certeza", nos deja, cuando menos, sorprendidos.

Aquel descubrimiento tenía, además, otra consecuencia, quizás no tan "trascendental" pero sí muy importante: desmontaba algunos de los postulados de la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein. Algunos de los mejores científicos del mundo, equipados con infinidad de "aparatos carísimos", habían echado por tierra lo que un gran genio, ganador de un premio Nobel, había conseguido calcular utilizando "un lápiz y un papel". 

Así es, un lápiz y un papel era todo el bagaje del que disponía este hombre, paciente, metódico y pacifista convencido, cuando, de una manera discreta, sin meter ruido, entró a formar parte de la comunidad científica. Había nacido el 14 de marzo de 1879, en la localidad alemana de Ulm, en el seno de una humilde familia de origen judío que un año después se trasladaría a Munich. Allí pasó Albert sus primeros años, enredando en el pequeño taller en el que su padre y su tío construían novedosos aparatos tecnológicos que no tenían mucha salida. Fue su tío, precisamente, quien contagió al pequeño su afición por los libros de ciencia que despertarían las inquietudes científicas del muchacho. Cuando el taller quebró, la familia se trasladó a Milán, mientras que Albert se quedaba en Munich para terminar sus estudios, pero poco después los abandonaría para reunirse con los suyos. Al no haber completado el bachiller, tuvo que hacer un examen de ingreso para entrar en el Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zurich, donde pretendía cursar estudios superiores, pero suspendió al fallar en una asignatura de letras, a pesar de que en ciencias era un estudiante excepcional.  Decidió entonces terminar el bachiller y en 1896, el mismo año en que para evitar cumplir con el servicio militar renunciaba a la ciudadanía alemana y se convertía en apátrida, obtenía el título y podía al fin cursar sus estudios graduándose en 1900 como profesor de matemáticas y física. Poco después empezó a enviar artículos a la revista alemana de física "Annalen der Physik". En 1901 le concedían la ciudadanía suiza y en 1902, como no encontraba trabajo, entró en la Oficina Federal de la Propiedad Intelectual de Suiza, donde desempeñó, durante siete años, una labor burocrática que le permitía seguir ocupando su mente en aquello que más le apasionaba, la física. Continuó, por tanto, enviando artículos a "Annalen der Physik" y así es como en 1905, un sencillo burócrata suizo, que no tenía ninguna relación con un laboratorio ni una universidad, enviaba a la revista alemana cinco artículos, de los que tres formarían parte hoy en día de cualquier lista que recogiera los textos más importantes de la historia de la física. 

      Aquellos artículos supusieron para Einstein el reconocimiento de la comunidad científica y le procuraron, al fin, un empleo como profesor universitario. Uno de ellos le daría en 1921 el premio Nobel de Física; otro, el que planteaba la Teoría Especial de la Relatividad, cambiaría radicalmente la manera de entender el Universo y nos ayudaría a conocerlo mejor.

Así, con un lápiz y un papel, como aquellas palabras que, según se cuenta, pronunció la propia esposa de Einstein, el día que un grupo de científicos estadounidenses les enseñaban unas impresionantes instalaciones tecnológicas y ella les preguntaba "si todos aquellos aparatos carísimos les servían a ellos para estudiar lo mismo que su marido con un lápiz y un papel". Se le olvidó mencionar la inteligencia, porque así es, mientras unos científicos trabajan con grandes equipos, Einstein tan sólo utilizaba su cerebro. El planteaba teorías que eran fruto de sus razonamientos y conclusiones, especulaciones matemáticas que salían de su cabeza con naturalidad. En fin, un genio.

Hace unos días nos llegaban noticias de que la velocidad de los neutrinos podría haber estado mal calculada, debido a un error producido por una mala conexión de un cable de fibra óptica con el GPS que hacía las mediciones. La mayoría de los seres humanos seguimos sin tener muy claro qué son los neutrinos, ni para qué sirven, pero al menos estamos tranquilos porque la luz sigue siendo lo más rápido que existe, tal y como sabemos desde niños y Einstein vuelve a ocupar el lugar que en justicia le corresponde: el más importante de los físicos del siglo XX.

La próxima vez hay que tener en cuenta que cuando algo falla, lo primero que hay que hacer es revisar los cables.


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domingo, 19 de febrero de 2012

Carnaval

Le Petit Journal Illustré en 1920 - Armand Rapeño
El Miércoles de Ceniza se inicia para los cristianos la Cuaresma, un periodo de penitencia y reflexión que sirve como preparación de la Pascua.

      En los primeros tiempos de la cristiandad, la Cuaresma no tenía una duración exacta. Fue a partir del siglo IV cuando se fijó en seis semanas, a imagen de aquellos cuarenta días que Jesús pasó de ayuno y meditación en el desierto justo antes de su muerte y resurrección. El ayuno fue, por tanto, una práctica habitual entre la comunidad cristiana durante ese periodo, sin embargo, a lo largo de aquellas seis semanas, no se podían cumplir cuarenta días efectivos de abstinencia, porque los domingos, al ser el Día del Señor, no se ayunaba. Se decidió entonces añadir cuatro días más antes del primer domingo, que permitían así celebrar cuarenta jornadas de ayuno desde el Miércoles de Ceniza al Domingo de Pascua, siendo éste el posterior a la primera luna llena de la primavera.

      La llegada de este periodo de recogimiento, está marcada, sin embargo, por unas jornadas de un carácter mucho más festivo, los Carnavales, que tienen lugar los tres días anteriores a la Cuaresma, aunque en muchos lugares sus celebraciones se extienden a lo largo de dos semanas o incluso más. Hay quien considera que carnavalesco es todo el tiempo que transcurre desde la Navidad hasta la Cuaresma, por las características especiales de las fiestas que se suceden a lo largo de esa época. Algunos historiadores, creen que sus orígenes se podrían encontrar hace unos cinco mil años, en las reuniones que los campesinos sumerios celebraban disfrazados y enmascarados alrededor de las hogueras, con las que festejaban la fertilidad de la tierra y alejaban los malos espíritus de las cosechas. Desde luego, lo que sí parece claro, es la relación que los Carnavales podrían tener con muchas de las fiestas paganas que se celebraban en la antigua Roma, como las "kalendae lanuariae", en las que comparsas de hombres disfrazados se burlaban de toda clase de personajes célebres e instituciones; las "saturnales", durante las cuales se realizaban diferentes ritos de inversión jerárquica; las "lupercales", en los que, tras el sacrificio de unas cabras, los jóvenes se untaban el cuerpo con la sangre de los animales muertos y corrían, cubiertos tan sólo por unas pieles, azotando con varas a la gente, especialmente a las mujeres; o las "matronalia", en las que los hombres hacían regalos a sus esposas y se ensalzaba a las mujeres durante toda la jornada que duraba el festejo. 

      Existen varias propuestas a la hora de buscar la procedencia de la palabra Carnaval, que venimos empleando en España desde el siglo XVII. Parece que su origen está en el vocablo "carnevale", muy utilizado en la Italia medieval y que provenía, a su vez, de "carnelevare", que significa "quitar la carne", en una clara referencia al periodo de ayuno que viene a continuación. Sin embargo, a lo largo de los tiempos, se han utilizado otras expresiones muy diferentes, como "carnestolendas", que tiene el mismo significado que la anterior y en la que podemos identificar el "carnestoltes" utilizado actualmente en Cataluña. Otra curiosa expresión es "antruejo", que proviene del latín "introitus" y significa "entrada", una clara alusión de cómo estas fiestas sirven de paso hacia la Cuaresma. Aquí podemos encontrar el origen de palabras como las que se utilizan para los Carnavales en Asturias, "antroxu" y en Galicia, "antroido" o "entroido", como también los llaman por tierras del Bierzo. Además, otro término muy utilizado en España entre los siglos XIV y XVI es "carnal" que, evidentemente, quiere decir "de la carne".

       Desde la Edad Media, las fiestas de Carnaval han sido muy populares a lo largo de toda Europa, desde el pueblo llano hasta las más altas clases sociales, donde alcanza determinados niveles de refinamiento y elegancia que, aún hoy, podemos encontrar en un Carnaval de reputado nombre como es el de Venecia. Además, como otras muchas costumbres, no tardarán en pasar desde el viejo continente hasta América, donde arraigan con mucho éxito, como bien lo demuestran los célebres Carnavales de Barranquilla, en Colombia; Veracruz, en México o, cómo no, el de Río de Janeiro, sin duda el más famoso y espectacular del mundo.

      Fue, precisamente en el medievo, cuando el Carnaval adquiere el aspecto con el que lo conocemos actualmente, una celebración con un cierto carácter transgresor, que nos permitirá durante unos días romper con determinadas normas sociales, invirtiendo nuestra personalidad a través de los disfraces; parodiando y criticando a instituciones o a célebres personajes de la política y la sociedad; comiendo y bebiendo copiosamente aquellos alimentos que, como la carne, pasarían a estar más restringidos durante la Cuaresma; o comportándonos de una forma más desinhibida, más espontánea, bailando, saltando, o fustigando y arrojando cosas a los demás, en una cierta locura "controlada" que forma parte de estas fiestas. Todo esto llevará, ya en el Renacimiento, a que haya diferentes intentos de controlar o, incluso, prohibir estas fiestas o algunas de sus prácticas en muchos lugares, como sucedió aquí en España durante la última dictadura, época en la que no se permitían estas celebraciones, limitándose el Carnaval a una fiesta de carácter infantil. Hoy en día, por suerte, podemos disfrutar con libertad de los festejos que Don Carnal lleva por todos los pueblos, en sus diferentes variedades, antes de dar paso a Doña Cuaresma, que un año más llegará recordándonos que polvo somos y en polvo nos convertiremos.

      Así que ¡Viva don Carnal!.