lunes, 26 de marzo de 2012

Anonymous

Máscara de Guy Fawkes
Desde hace unos años, existe un movimiento que desarrolla diferentes acciones pacíficas de protesta a favor de la libertad de expresión. Defensores de la libertad para unos, piratas informáticos para otros, se trata de un movimiento sin líderes conocidos y sin una organización definida, formado por grupos o individuos no identificados que, aprovechándose de la rapidez a la que puede viajar la información a través de la red, actúan de forma anónima, utilizando Internet para organizarse a través de diversas webs, chats y redes sociales, en lo que se ha denominado ciberactivismo. Sus acciones suelen ir dirigidas a gobiernos y organizaciones privadas o estatales, amparándose siempre tras el lema de que "el conocimiento es libre" y proclamando abiertamente la libertad de información, con la intención de conseguir que Internet esté libre de todo tipo de control que pueda ejercer cualquier gobierno, empresa o corporación. 

Actúan bajo el seudónimo de Anonymous, un término que tiene su origen en el anonimato que protege a los usuarios que publican imágenes o comentarios en los foros y tablones de imágenes de Internet. Su ámbito de actuación no se limita sólo a la red, sino que también llevan sus protestas a la calle, participando activamente de manera pacífica en manifestaciones, a las que acuden ocultando sus rostros tras una característica máscara que, sin duda, se ha convertido en símbolo de este movimiento, a la vez que mantiene el anonimato de sus portadores. Una máscara que tiene una interesante historia, que se remonta nada menos que a principios del siglo XVII.

En aquellos tiempos, el catolicismo sufría una continua persecución por parte de las autoridades británicas, desde la instauración de la Iglesia Anglicana tras la reforma protestante. Muchos eran los ciudadanos que rechazaban enérgicamente aquella situación. Uno de ellos fue Guy Fawkes, un católico nacido en York en 1570, que había pasado diez años luchando del lado de las tropas españolas en los Países Bajos y que, harto de la represión a la que los partidarios de su fe estaban siendo sometidos, decidió participar de una manera más activa contra aquella opresión.

Así, entró a formar parte del grupo de trece personas que desarrolló un complot que pasaría a la historia con el nombre de "Conspiración de la Pólvora", cuyo objetivo consistía en asesinar al rey Jacobo I de Inglaterra, a sus familiares y a todos los miembros de la Cámara de los Lores, colocando una enorme cantidad de pólvora bajo el suelo del Parlamento británico, para hacerlo volar por los aires el 5 de noviembre de 1605, durante su apertura. Para ello alquilaron un local bajo el edificio, en el que fueron amontonando hasta un total de treinta y seis barriles de pólvora. Sin embargo, una carta dirigida a un miembro católico del Parlamento, advirtiéndole de que no acudiera al día siguiente, alertó a las autoridades que procedieron a registrar exhaustivamente las inmediaciones del edificio la noche anterior al acto, localizando a Fawkes cuando se encontraba en el local ultimando los preparativos del golpe. Tras ser arrestado y torturado, fue juzgado y condenado a la horca, en la que fue ejecutado en Londres el 31 de enero de 1606. Su cuerpo, descuartizado, se repartió por las cuatro esquinas del reino como advertencia a otros conspiradores.

Durante años, el Reino Unido celebró cada 5 de noviembre el fracaso de aquel atentado, en la que se conocía como Guy Fawkes Night o Bonfire Night, una noche durante la cual el cielo se llenaba de fuegos artificiales y las calles de hogueras donde se quemaban los "Guys", unos muñecos con la imagen de Guy Fawkes. Aquella imagen cobrará notoriedad cuatro siglos después de su muerte, a raíz de la publicación del cómic futurista "V de Vendetta", de Alan Moore y David Lloyd, en el que el protagonista se esconde tras una máscara con la cara de Fawkes. Cómic que más tarde sería llevado a la gran pantalla en una estupenda película del mismo título dirigida por James Mcteigue.

Cuatro siglos atrás, Guy Fawkes fue la cara conocida de una revuelta que en todo momento trató de permanecer en la sombra. Ahora, como entonces, su imagen vuelve una vez más a ser la cara visible de un movimiento que trata, sobre todo, de mantenerse en el anonimato.

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