martes, 30 de octubre de 2012

Tiempo de trucos y calabazas

Se acaba octubre y, como cada año, llega el momento de preparar la fiesta de Samhain. Es cierto que en estas tierras nuestras del norte, podemos encontrar algunas reminiscencias de, lo que podrían haber sido, costumbres populares heredadas de nuestros ancestros celtas, sin embargo, cada vez van ocupando más espacio los colores negro y naranja de una festividad importada como es Halloween, demostrando así que, poco a poco, hemos ido adoptándola ya como nuestra y disfrutándola con toda normalidad. Así pues, por todas partes encontraremos hermosas calabazas de color naranja, dispuestas a cumplir la misión que tienen encomendada cada noche del treinta y uno de octubre.

Jack O´Lantern - Autor: Huk Flickr

Según cuentan, antiguamente los pueblos de origen celta, tenían la costumbre, durante la celebración de Samhain, de colocar nabos o remolachas a los que ponían una luz en su interior, tras haberlos vaciado previamente, para que guiaran el camino de regreso al mundo de los vivos, de los espíritus de los seres queridos que habían fallecido. Cuando llegaron a América los emigrantes irlandeses, llevaron consigo sus costumbres y entre ellas estaba la de hacer faroles en los huecos vacíos de los nabos, pero allí se encontraron un exceso en las cosechas de calabazas y descubrieron que, además de ser más fáciles de vaciar, quedaban más bonitas. Así, pronto se extenderá esta nueva moda hasta el día de hoy.



Rebuscando entre los orígenes de tan curiosa tradición, nos encontramos una vieja leyenda de origen celta que nos cuenta la historia de un granjero irlandés llamado Jack, famoso entre sus vecinos por sinvergüenza, mentiroso, estafador y borrachín. Una noche de Samhain, el Diablo, tras enterarse de la existencia de aquel malvado y despreciable ser, decidió acercarse a conocerlo ocultando su identidad. Entrada ya la noche y con Jack bastante borracho, el Diablo se presentó diciéndole que venía a buscar su alma. Jack le contestó que de acuerdo, pero que antes lo invitara a tomar un último trago. A la hora de pagar, ninguno tenía dinero y Jack retó al Diablo a demostrar sus poderes, convirtiéndose en una moneda con la que pagar al cantinero. El maligno aceptó y, una vez convertido en moneda, Jack lo guardó en su bolso donde tenía un crucifijo de plata. Al ver que no podría salir de allí, el Diablo pidió al granjero que lo sacara y Jack le dijo que solo lo sacaría si prometía no ir a buscarlo en los próximos diez años. Satanás no tuvo más remedio que aceptar y marcharse sin conseguir su objetivo. Una vez pasados los diez años volvió en busca de Jack, a quien encontró paseando por el campo. El granjero estuvo vivo y, señalándole unas manzanas de un árbol, le dijo que estaba dispuesto a irse con él, pero que antes de ir a penar para siempre al infierno, quería que le alcanzara una de aquellas manzanas y le permitiera comerla, como un último deseo. Una vez más, el Diablo cayó en la trampa y, cuando trepó al árbol, Jack grabó con su cuchillo en el tronco una cruz que impedía al Demonio bajar, por lo que nuevamente tuvo que suplicar ayuda al granjero, que se la prestó a cambio de que renunciara a su alma para siempre.



Pasaron los años y a Jack, como a todo el mundo, le llegó su hora. Una vez muerto se presentó ante las puertas del Cielo, de donde lo echaron rápidamente por la mala vida que había llevado. Se dirigió entonces al Infierno, pero allí el Diablo le dijo que no lo podía aceptar, porque debía cumplir la palabra que le había dado unos años atrás. Jack no tuvo más remedio que retomar el oscuro camino de vuelta. El Diablo le lanzó entonces una piedra de carbón ardiendo para que se alumbrara en las tinieblas y él, para que no se le apagara con el viento, la guardó en el interior de un nabo que iba comiendo en aquel momento. Desde aquel día, Jack quedará condenado a vagar entre las tinieblas por toda la eternidad, siendo conocido por todos como Jack of the Lantern (Jack el del Farol), que derivaría en el Jack O´Lantern por el que se le conoce actualmente y que se aplicará también a las calabazas decoradas.



Otra vieja tradición del día de Halloween, muy arraigada en algunos países, especialmente en Estados Unidos, es el famoso Trick or Treat (Truco o Trato), en el que los niños recorren las casas, disfrazados de figuras terroríficas, exigiendo a cada vecino el famoso Truco o Trato. Debe aceptarse el Trato, dándoles caramelos, pasteles o alguna propina. Quien no lo haga, se arriesga a padecer algún tipo de broma, más o menos pesada, como que le arrojen huevos o cualquier otra cosa a las ventanas, eso es el Truco. Parece ser, que esta costumbre, podría haber derivado también de una lejana tradición celta, que consistía en dejar comida fuera de las casas para los espíritus que llegaran durante la noche de Samhain. En aquella época, los disfraces y las máscaras eran utilizados para alejar a los malos espíritus. Sin embargo, otra versión sobre sus orígenes nos sitúa de nuevo al viejo Jack O´Lantern detrás de esta otra práctica. Según se cuenta, la noche del 31 de octubre, junto a los espíritus familiares, podían aparecer otros malignos. Uno de ellos era el del ya conocido Jack O´Lantern, que recorría los caminos, de casa en casa, para ofrecer a sus habitantes el Truco o Trato. Quien no aceptase el Trato, debería de sufrir el Truco, que normalmente consistía en alguna maldición a los habitantes de la casa, a sus cosechas o al ganado. Dicen que un día, a un aldeano se le ocurrió poner a la entrada de la casa una calabaza decorada con aspecto horrible y que aquello asustó y ahuyentó al malvado Jack. Desde entonces, la costumbre se extendió por todas partes llegando hasta nuestros días.



Como quiera que sea, Samhain o Halloween, lo importante es disfrutar de ese día y divertirnos, y si es manteniendo nuestras viejas tradiciones, para que perduren así muchos años más, mucho mejor.


Feliz Samhain


Los Cuadernos de Urogallo
La Cocina de Urogallo