lunes, 2 de enero de 2012

Los Reyes Magos

Los Reyes Magos - Mosaico Anónimo - Basílica di Sant'Apollinare Nuovo
Los primeros días del año, están siempre marcados por la proximidad del día de Reyes. Por la calle, los representantes reales, vestidos con llamativas túnicas y turbantes, recogen las cartas de los más pequeños, que tratan de convencer a sus majestades de que se han portado bien y merecen un buen regalo y no carbón. Cada 6 de enero, los Reyes Magos llegan para poner punto final a las fiestas navideñas cargados de regalos, igual que hace ya más de dos mil años llegaron para ofrecer sus presentes al recién nacido Jesús. Es cierto que últimamente Papá Noel está adquiriendo más protagonismo, pero también la población aumentó mucho en estos últimos años y a ellos no les viene nada mal que alguien les eche una mano.

      Esta entrañable fiesta de marcado carácter infantil, que recibe el nombre de Epifanía del Señor, conmemora aquel momento en que tuvo lugar la manifestación, es decir, la presentación de Jesús a los Magos que llegaron de Oriente para conocerle y que, de alguna manera, viene a simbolizar la presentación del Hijo de Dios ante el mundo.      

      Este acontecimiento empezó a celebrarse en el siglo II, cuando la Iglesia de Oriente cristianizó los ritos paganos con que festejaban en Egipto y Arabia el nacimiento de sus dioses solares durante la noche del 5 al 6 de enero, coincidiendo con el aumento de luz que tenía lugar a partir del decimotercero día después del solsticio de invierno. Desde el siglo IV, occidente también celebrará la visita de aquellos Magos llegados de oriente, cuya historia permanece desde entonces envuelta en un manto de misterio que, probablemente, nunca lleguemos a despejar del todo.

      Mateo es el único que nos habla en su Evangelio de unos Magos que llegaron desde oriente, guiados por una estrella, para conocer al hijo de Dios, al que entregaron los ya famosos regalos de oro, incienso y mirra, tras lo cual cada uno de ellos regresó de nuevo a su tierra. Básicamente, eso es todo lo que se cuenta en los evangelios canónicos, es decir, los que fueron aceptados por la Iglesia y forman parte del Nuevo Testamento. A partir de ahí, son muchas las dudas que aparecen sobre estos célebres personajes, ya que no se especifica cuántos son, ni tampoco se dice en ningún lugar que fueran reyes, sino magos. Los magos, en aquella época, solían ser personas de clase alta, sabios que poseían conocimientos ocultos para la mayoría de los seres humanos. Hay quien piensa, por tanto, que nuestros protagonistas podrían ser miembros de una casta sacerdotal proveniente de Persia. 

      Para encontrar algo más de información habría que ir a los evangelios apócrifos, antiguos escritos en torno a la figura de Jesús que no fueron aceptados por las Iglesias cristianas, donde podemos encontrar referencias más claras a los Magos de Oriente. Concretamente, el Evangelio Armenio de la Infancia nos cuenta que aquellos Magos que habían llegado a Belén, tras nueve meses de viaje, eran tres: Melkon, rey de los persas; Gaspar, rey de los indios y Baltasar, rey de los árabes. Pero no sólo eso, sino que nos detalla con más precisión cuáles eran los presentes que llevaron al recién nacido Jesús: Gaspar le entregó nardo, cinamomo, canela e incienso. Baltasar le llevaba oro, plata, piedras preciosas, perlas finas y zafiros. Melkon, por su parte, le hizo entrega de mirra, áloe, muselina, púrpura y cintas de lino, pero, además, llevaba algo mucho más importante, que sólo entregó cuando estuvieron seguros de estar ante el Hijo de Dios: el libro del Testamento, escrito por Dios y que éste había entregado a Adán, él a su hijo Seth y así sucesivamente hasta que llegara el momento de ser entregado nuevamente al mismo Dios convertido en hombre, es decir, a Jesús. Sin duda, una historia muy interesante, que planteará un sinfín de nuevas hipótesis más o menos acertadas y que deja abierta la puerta a la posibilidad que plantean algunos expertos en la materia: ¿contendría aquel libro secretos que revelarían a Jesús algún tipo de verdades ocultas sobre las que se basarían las doctrinas que más tarde iba a predicar?. Seguramente nunca lo sabremos.

      En cualquier caso, el misterio sobre la vida de los Magos estaba presente y era necesario tratar de aclarar dudas. Así, poco a poco, se fue forjando la leyenda en torno a sus vidas: En el siglo VI, basándose en los regalos que nos cuenta Mateo, la Iglesia establece que fueron tres. Algún tiempo después, dejó claro que eran reyes y nos reveló sus nombres y lugares de procedencia. Un monje benedictino que vivió entre los siglos VII y VIII, llamado Beda el Venerable, nos proporcionaría la primera descripción física de los Magos en la que nos dice que Melchor era un anciano de larga cabellera cana;  Gaspar era joven, imberbe, de tez blanca y rosada y Baltasar era un hombre de tez morena. Sin embargo, este último pasó a ser de raza negra en el siglo XVI, cuando la Iglesia decidió que era conveniente identificar a los tres Reyes con los tres hijos de Noé y las tres razas que poblaron el mundo en Europa, Asia y África. A finales de la Edad Media, se determinó que sus edades eran 60, 40 y 20 años respectivamente.

El resto de sus vidas, tras la visita a Belén, es igual de enigmático y confuso. Se dice que el apóstol Tomás los bautizó y los nombró obispos y que murieron tras ser martirizados. En el siglo IV, Santa Elena, madre del emperador Constantino I, encontró en Tierra Santa los cuerpos incorruptos de tres hombres, por cuya apariencia y ropajes se llegó a la conclusión de que se trataba de los Reyes Magos. Tras llevarlos a Constantinopla y de allí a Milán, en el año 1164 fueron trasladados a la ciudad alemana de Colonia, donde reposan desde entonces en la Catedral que se construyó en su honor. Durante la II Guerra Mundial, la ciudad entera fue arrasada por los bombardeos continuos que la azotaron y sólo la catedral se mantuvo milagrosamente en pie, sin apenas recibir ni un rasguño, lo que cerraría aún más el círculo de misterio en torno a la vida de nuestros protagonistas. Sin embargo, que nadie se inquiete por saber que sus cuerpos yacen sin vida en aquella catedral, porque cada 6 de enero seguirán apareciendo para llevar a los niños sus regalos. Cómo no, son Magos.


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