lunes, 5 de diciembre de 2011

Alejandro Dumas

Alexandre Dumas  (padre) - Autor: Étienne Carjat
A lo largo de los años, han sido muchos los personajes célebres que nos han dejado un 5 de diciembre como hoy: el pintor francés Claude Monet; el gran genio de la música Mozart o el escritor Alejandro Dumas. A él vamos a dedicar nuestro artículo de hoy, porque, si bien es cierto que las pinturas de Monet o la música de Mozart han despertado infinidad de veces nuestros sentidos, las novelas de Dumas han despertado nuestras fantasías, nuestra imaginación. ¿Quién, en su niñez, no se batió alguna vez, emulando a D´Artagnan, contra todo un ejército del cardenal Richelieu? o ¿Quién no recuerda cómo el conde de Montecristo se hacía pasar por muerto, para que lo tiraran al mar y poder huir de la prisión en la que había sido injustamente encarcelado?.  

El responsable de alimentar nuestra mente con esos recuerdos ha sido un francés que nació el 24 de julio de 1802 en Villers-Cotterêts, localidad a la que había sido destinado su padre, el general Thomas-Alexandre Davy de la Pailleterie, que usaba el apellido de soltera de su madre: Dumas. Allí conoció a la hija de un posadero con la que se casó y que trajo al mundo a un pequeño al que llamaron Alexandre.     

Alejandro, nombre por el que lo conocemos nosotros, quedó huérfano de padre a la temprana edad de cuatro años y, debido a la precaria situación económica en la que quedó su madre, no pudo recibir la educación adecuada, teniendo que ponerse a trabajar desde muy joven. Hizo de mensajero, de vendedor de tabaco y gracias a los ingresos que le proporcionaba la caza, afición heredada de su padre, pudo ahorrar dinero para viajar por primera vez a París, ciudad de la que se quedará prendado y a la que volverá en 1823 para instalarse. Allí, gracias a alguna recomendación y a que poseía una hermosa caligrafía, comenzó a trabajar como escribiente del Duque de Orleans, dedicándose, además, a completar su formación por sus propios medios, mientras despuntaba con sus primeros trabajos literarios.      

Pronto le llegó el éxito con sus obras teatrales y, sobre todo, con sus novelas, de ágiles y divertidos argumentos, donde combinaba perfectamente las aventuras con el romanticismo y con heroicos duelos a espada para mayor deleite de los lectores. Pero su producción literaria no sólo se compuso de novelas y obras de teatro, hubo también artículos, cuentos, libros de viaje y hasta un libro de cocina. Así hasta un total de unas cuatrocientas obras que lo convertían en uno de los autores más prolíficos de Francia. Sin embargo, es difícil imaginar que una sola persona fuera capaz de producir tanta literatura y mucho más en el caso de nuestro protagonista, ya que era un gran vividor, amigo de las fiestas, del buen comer y un mujeriego empedernido, que presumía de haber engendrado quinientos hijos. Fuera eso verdad o no, lo cierto es que con tanto trajín difícilmente se puede entender que además tuviera tiempo para escribir. Sin embargo, consiguió alcanzar tal volumen de títulos publicados, porque siempre se mantuvo rodeado de un gran número de colaboradores que escribieron para él una gran parte de sus trabajos. Se cuenta que popularmente en los ambientes literarios se le conocía con el apodo de "Alejandro Dumas y compañía". Se calcula que hasta setenta y tres personas llegaron a colaborar en sus trabajos, limitándose él a perfilar el argumento, proporcionar la documentación histórica y escribir de su puño y letra las escenas de espada, que eran las que más le gustaban. Así, fácilmente se puede entender una anécdota que se le atribuye cuando un día, al encontrarse con su hijo, llamado Alejandro Dumas como él y también escritor, le preguntó al joven si había leído su última novela, a lo que el hijo le contestó: Yo no ¿y tú?.      

Dumas disfrutaba acudiendo a todo tipo de reuniones literarias y gastronómicas. Era miembro de la masonería y su afición al esoterismo le permitía estar muy relacionado con los ocultistas más conocidos de la época, gracias a lo cual conoció a un joven escritor de nombre Julio Verne, al que ayudó en sus primeros pasos en el mundo de la literatura. Con él compartió filiación en la misteriosa "Sociedad de la Niebla", de la que Dumas fue un destacado miembro.     

Llevó una vida llena de lujo, excesos y derroche, manteniendo a varios hijos, a sus madres y a un gran número de amantes, por lo que, a pesar de haber ganado ingentes cantidades de dinero, vivía endeudado permanentemente. Todo esto, unido a una serie de inversiones fallidas, le llevó a la bancarrota y así, totalmente arruinado, se encontraba cuando estalló la guerra entre Francia y Prusia, que lo sorprendió fuera de Paris. No pudiendo regresar a la capital, se refugió en casa de su hijo en Puys, donde murió el 5 de diciembre de 1870, el mismo día que los prusianos entraban en el pueblo.

D´Artagnan y los tres mosqueteros - Autor: Maurice Leloir - 1894
En el año 2002 sus restos fueron trasladados al Panteón de París, en un féretro escoltado por mosqueteros y cubierto por un paño de terciopelo azul, en el que se podía leer, bordado en hilo de plata, el lema de los Tres Mosqueteros: "Todos para uno y uno para todos". Allí reposan ocupando su lugar entre otros ilustres personajes de Francia, tras recibir el cariñoso homenaje de la nación francesa por boca del expresidente Jacques Chirac, a cuyas palabras nos sumamos con gratitud: "... con usted, nosotros fuimos D´Artagnan, Montecristo o Bálsamo; recorrimos las calles de Francia; participamos en batallas; visitamos palacios y castillos. Con usted, soñamos...".


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